La gente de Calella en la mesa
En Calella la comida es un placer además de alimento. La tradición gastronómica que compartimos con otros pueblos del litoral mediterráneo suele estar acompañada de sus rituales. Es decir, los calellenses no nos conformamos con qué comer, sino que valoramos mucho cómo comerlo.
Salir de tapas es romper la semana y encontrarse entre calellenses y recién llegados, sentados o de pie, viajando a través del paladar y las historias. Los bares son el núcleo de la vida social calellense. Lugares donde compartir pausas del día a día con amigos y conocidos. En terrazas o a la barra, en ciudad o en la playa, tomar unas tapas es disfrutar de charlas y sonrisas en los espacios de encuentro que mejor reflejan el espíritu local.
Ver másDecimos los calellenses que pensar en arroz trae olor a mar, familia, chiringuitos y amigos. El arroz da pie a conversaciones, arranca sonrisas y eleva copas, con vinos de la comarca o buenas cervezas. Su receta es tradición, las maneras de hacer cada variante traen los mejores ingredientes de la zona. Es un plato que une mar y montaña a la esencia de la dieta mediterránea. Un preludio del sueño más apreciado: la siesta bajo la palmera.
Ver másEl descubrimiento de un lugar nunca está completo sin una visita a sus tabernas. Allá se puede tomar el pulso al paso del tiempo. El tacto de la madera, las botas de vino o los aromas de los jamones acabados de cortar son tal como eran hace cien años. En la barra, los taburetes o en las terrazas, nuestras bodegas ofrecen una degustación propia que sorprende a los paladares más exigentes. Las horas se acortan entre paredes pintadas y porrones de vino.
Ver másEl pescado es el producto predilecto de la gastronomía calellenca. Esto lo tenemos muy claro. Si hablamos de cocina de pescado, las recetas de las abuelas han perdurado con el paso del tiempo y siguen vigentes en los paladares. Los invitados de honor son conocidos de hace tiempo: gallo de Sant Pere, pargo, dorada, lubina o bacalao. Y si hablamos de bastina nos viene a la cabeza el alioli negat (Salsa hecha con ajos machacados y aceite). Como plato imprescindible, lanzones y gambas a la plancha maridados con un blanco de casa cortesía de nuestros vecinos de Alella. Acierto seguro.
Ver másEn Calella, ni las bicicletas ni las terrazas son solo para el verano. Durante más de 300 días al año el sol pone luz a uno de nuestros momentos preferidos. El vermut del mediodía, quizás uno de los rasgos más distintivos de nuestro estilo de vida, es tan sencillo como reconfortante. Un aperitivo que, en una calle, en una plaza o en la playa, busca siempre un denominador común: sol, sol y sol. Para quien prefiere la caña, el ritual es el mismo: encontrar un rinconcito donde disfrutar la pausa que abre el apetito para la comida principal.
Ver másCalella es una tierra de paso que, muy a menudo, acoge. Recién llegados de todo el mundo han establecido a Calella su residencia y, con ello, nuevos sabores se han expandido a nuestros paladares. Del sushi al Pad Thai, el guacamole y el vacío, pasando por las propuestas más universales como la cocina italiana o la china, tenemos un recorrido por el mundo gastronómico que es como viajar sin salir de Calella. Un privilegio cultural además de culinario.
Ver másPensar en carne es sinónimo de brasa, gente y reuniones, ya sea en verano o en invierno, al aire libre o a la orilla del fuego. El aroma de la encina perfumando la carne recuerda a los campos y los pastores tradicionales. Entre platos y ollas se guardan celosamente las recetas que han pasado de padres a hijos: pies de cerdo a la cazuela, cordero al horno, ternera con setas, caracoles o la receta autóctona por excelencia, la butifarra a la brasa con frijoles. Y todo, siempre, con pan con tomate, patrimonio culinario, o un buen alioli, con mucho ajo y mucho aceite. ¡Buen provecho!
Ver másEl talante mediterráneo se encuentra cómodo con la luna. Primavera, verano, otoño o invierno, cuando cae la noche los calellenses lucimos nuestra innata habilidad para el baile. Tanto en los bares y clubes como en los diferentes festivales, la oferta cubre todos los gustos. Jazz, chill-out, habaneras o rock and roll, una cosa es clara, el ritmo nunca se detiene. En verano, la música y los combinados se acompañan de una sensación muy especial: el tacto de la arena fresca bajo los pies desnudos en la playa durante las noches de verano.
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