Un ramo de emociones
Con la primavera vuelven las flores. Calella es una Villa Florida y en esa época la ciudad y sus alrededores recuperan la frondosidad que el invierno adormeció. Por todas partes el olor de naturaleza impregna el aire y arremolina los espíritus con su influencia irresistible: los días se alargan, el sol se anima y los calellenses, siempre en la calle, extendemos los paseos hablando de todos los planes que están a punto de llegar.
Cada año el Festimatge marca de alguna forma el final del invierno y el inicio de la primavera. El festival audiovisual de Calella coincide con abril, el mes cuando las flores componen la postal más fotográfica de Calella. Y si hablamos de flores, Sant Jordi es el gran protagonista. El 23 de abril tiene lugar la fiesta más popular de Cataluña: libros y rosas invaden las calles para celebrar el amor, la literatura y el amor por la literatura.
Mayo es uno de los meses más ajetreados para los calellenses. Al canto de los pájaros propio de la estación se unen, dulces y armónicas, las voces de las agrupaciones que durante el Festival Internacional de Corales nos visitan. Aunque embrujada por sus melodías, como si fuera de un sueño, la ciudad se viste de historia con la feria de Calella Renacentista, donde las tradiciones más antiguas que tenemos se vuelven protagonistas durante unos días.
Llegan aquellos días donde a menudo se hace difícil pensar si estamos en primavera o en verano. Las aguas, más transparentes que nunca gracias al invierno, que siempre las purifica, comienzan a recibir a los primeros bañistas habituales. Los deportistas del mar sacan las piraguas, los windsurf y las tablas de paddle surf y en la playa el voleibol es el rey. Con la llegada de los primeros veraneantes, la primavera da paso a la estación más deseada por todos: el verano.
El Ayuntamiento, en su apuesta para potenciar el destino, consigue este reconocimiento recogido en Madrid por la regidora de Turismo, Cindy Rando.
Ver másFebrero no es un mes para quedarse en casa. En Calella disfrutamos de más de 300 días de sol al año que nos empujan a vivir activamente la calle. Esta abundancia de días abiertos y puros, tocados por la brisa mediterránea, nos llenan de vitalidad. Energía que toma forma y color durante el carnaval anual: el Carnaval del Alt Maresme.
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